Buscar este blog

jueves, 25 de junio de 2009

505

Mi mano izquierda vacía en el aire abre la puerta del cuarto 505. No hay llantos esperando ni palabras bondadosas que llenan de baba las paredes. Nunca entro, sólo espero que al abrir la puerta de pronto cambie algo, algún olor fétido, una persona sumergida entre las sábanas, una ventana abierta, algún cuadro nuevo; pero eso nunca pasa.

La alfombra roja y barata es la misma, el desorden de los pocos muebles que dan vida al cubo de concreto se mantiene estoico, imperturbable.

Desde el umbral de la puerta mis recuerdos se van vaciando apoderándose por segmentos de la habitación 505. Veo tiradas bajo la cama las medias negras que cubrieron lo que fueron tus piernas, lo que fue mi tacto. Aquél lugar será siempre un encuentro y una amenaza bailando en círculos muy apretados.

Quiero cerrar la puerta, no hay aire y tampoco hace frío. Repleto de memoria repaso los movimientos que deseo y estos han cambian: soy otro espectador que ve la función de si mismo con vergüenza y ridículo. Me alejo de la puerta 505. El número da vueltas por mi cabeza como un grupo de corderos rumbo a la muerte.

miércoles, 17 de junio de 2009

La noche es templada

Los escarabajos forman una línea, Saúl observa, cada punto negro es un recuerdo bien vivo, lleno de patas. Camina bajo las luces acomodadas donde otras ideas se consumen, no tiene rumbo. En silencio la calle se va poblando de pasos que se pierden al instante.

Durante toda la tarde ha esperado que la calle se torne vacía, pero cuando el último transeúnte se marcha no sucede nada. Sus ideas vuelven a rebotar dispersas sobre las paredes de los edificios de donde cae un polvo muy fino, sacudidas como por un temblor las estructuras vuelven a estar quietas. Saúl sigue su paso, los escarabajos boca arriba luchan por voltearse; el movimiento de sus patas simula una caminata sobre el aire, siempre a ninguna parte.

El calor que ha guardado en los bolsillos lo entretiene, la noche es templada y hay luna, no la mira, piensa en Plutón. La falsedad del nombre no lo abruma ¿qué problema puede haber si Plutón ya no es planeta? Suspendido ahí, en medio del frío estelar, Plutón y sus hipotéticos habitantes no existen más para la comunidad científica. Su comportamiento-dicen- dista de ser como el de un planeta normal.

Saúl no lo sabe, pero todos los días su orbita se aleja de lo que predeciblemente llamamos persona. Sus rondas nocturnas no intrigan a ninguna especie excepto a Elena que lleva dos días durmiendo en el trabajo. A través de los barrotes aquél hombre delgado parece un esquizofrénico que mira al cielo mientras los escarabajos llueven, Elena bebe del chocolate que recién ha preparado. ¿Y si lo invito a pasar? Se pregunta. Alentada por lo desconocido lo sigue viendo, Saúl enfrascado en su búsqueda plutoniana no se da cuenta de nada.
Para Elena las tardes de la última semana ha sido un ajetreo inconsciente, sólo muchas cosas que hacer y poco tiempo. Ninguno de sus actos ha tenido que ser evaluado ni meditado, sus responsabilidades se han apropiado de ella.

El chocolate que bebe mientras observa a Saúl es sólo un líquido espeso y caliente que le recuerda algo a su cuerpo. Aquella noche debía estar en casa, aquella noche esa taza viscosa y caliente debía llamarse de alguna manera, debía decirle que era hora de un descanso, debía hacerla olvidar.

sábado, 6 de junio de 2009

Tú luces mejor que ellas

El umbral era una frontera protegida por un par de tacones altos. Una provocación.
Al verla, reducida al púrpura de su ropa interior sintió que miraba otra persona. Su atracción provenía desde un hueco profundo, inalcanzable. Observarla era distorsionarse siempre, pero qué podía hacer, ¿dónde guardar aquél impulso tan parecido a la sangre de un muerto?
Las preguntas hacían más lento el tiempo, dejados ahí lucían como una foto potencialmente erótica, nada más. No había en ni en el color ni en la forma algún rastro de familiaridad, ambas, imagen y realidad eran frías, sin viento, en silencio.
A la espera de la primera palabra apagó la única luz encendida en el departamento, la del cuarto.
- De nuevo a oscuras
- ¿dónde estabas?
- Con unas putas
- ¿y bien?
- Tú luces mejor que ellas.

jueves, 4 de junio de 2009

pol aun no llega

Pol despierta entre cuerpos desnudos. Fatigado, su primera idea tiene nombre. El aire aun denso del cuarto le recuerda vaginas, cigarros, alcohol y gritos.
Piensa en esperar, la cabeza aun le da vueltas y hay dos piernas ajenas sobre su cuerpo. La ciudad huele a resaca y bocas secas.

Cuando Alejandra por fin llega a casa todo es orden y frío, parada en la entrada observa todo con detenimiento. No está triste. Pero no le convencen las paredes, no le agrada la cocina; la puerta de su cuarto con orificios de bala le parece ofensiva, que mamona.
En su cuarto, mientras se desnuda, el sonido de las prendas sobre su cuerpo inunda las paredes, con calma, la tarde envuelve el mundo. Pol aun no llega.
Se percata que piensa en Pol sin pensar hacerlo, toda su ropa interior se la había comprado él mientras jugaban a cumplir deseos idiotas. Le preguntó qué deseaba de regalo, ella, recordó su casa de muñecas y lo divertido que resultaba intercambiarles las pantaletas. Pidió entonces muchos calzones.
Aquella compra había resultado un viaje maravilloso a un centro comercial. Las pantaletas habían logrado una buena tarde: Mientras Pol la veía modelar los encajes no recordaba nada, la memoria aun no comenzaba su trabajo, todo era nuevo y reluciente.

Ahí en el cuarto, viendo el cesto lleno de bragas quiso quemarlas todas. ¿Por qué será el fuego el que termine con todo?