lunes, 6 de octubre de 2014

Ser poeta y nacer muerto

Caminé por una ciudad que ya no reconoce sus ruinas,
ya no me acompañaban los pasos de tu gato neurótico.
Caminé hasta encontrar música y gente joven
viviendo muy cerca de Bellas Artes.
Escuché la crítica feroz de los teóricos cocainómanos,
puse atención a sus lamentos y a sus mandíbulas
mientras luchaban a gritos y puños de cal.

Llegué a una ciudad a recoger mi cadáver,
volví para ver las manos de mi cuerpo
desflorar recuerdos que todavía dormían.

Ser poeta y nacer muerto con la almita
deforme de las mayorías.
Escuchar Pink Floyd, salvar al mundo
ser un pendejo.

Mis poemas nunca serán relevantes
porque no me parezco a Gelman
ni a Temperley, no soy argentino
ni se me hinchan las bolas de mierda
como a Fogwill. No pinto paredes
ni me llamo neorrabioso.

Soy lento,
antes de nacer muerto
pido enterrar mi cadáver