domingo, 23 de agosto de 2009

Maldito amarillo

Los Delicados se han terminado por completo, el humo que desprendo no tiene valor. ¿Cuántos cigarros se han terminado al mismo tiempo? El mundo me parece pequeño e insolente. Me llamo Saúl, me parezco a mi padre, soy el último rostro de una cadena estúpida.

Me perturba escuchar que la gente se acerque y me diga que han encontrado alguien parecido a mí:

-¡te vi caminando el otro día!

-No era yo

- pero si eras igualito, ¿por qué no me hablaste?

Si pudiera responder con franqueza habría dicho que ninguno de mis otros responde al saludo de mis desconocidos, que a su vez vienen a mí para solucionar lo que no me importa.

Es terrible parecerme al mundo, pensar que un maldito amarillo acaba de terminarse los cigarros, creer que otro jodido caucásico es confundido con un bolillo.

Ya no hay gatos en mi casa, no sé qué hacer mientras decenas de miradas ocasionales me embisten, no quiero preguntarme sobre nada, ni pensar en nadie.

jueves, 13 de agosto de 2009

Poco a poco, los maullidos se reducen

Sobre el espejo no se refleja ningún ruido, encerrado en la imagen Saúl ve sus gestos: que formas tan raras puede adquirir la carne. Sus líneas de expresión son el recuerdo de algo que pudo haber sentido, la suposición de que aquél que lo mira desde el reflejo es un condenado.

Sin dejar de confrontar el espejo apaga la luz, el contorno oscuro resultante le parece más familiar aun, intrigado se acerca, mira con detalle… no hay nada. El maullido de cuatro pequeños felinos hace que vuelva a encender la luz, en la sala, apretujados dentro de una caja de cartón los gatitos lloran y se mueven con torpeza. ¿Será mejor matarlos o darles de comer? El refrigerador es ahora la respuesta, cuando la puerta se abre un fétido olor a vacío determina la suerte de los gatos.

Poco a poco, los maullidos se reducen ¿Dónde está Plutón? Saúl vuelve al espejo… la imagen es la misma, ningún ruido, aquél esclavo sigue impávido.