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martes, 23 de septiembre de 2014

Willkommen und Abschied

Me dijiste que jamás conocería Madrid,
tus palabras sonaban muy seguras
porque me abandonabas después
de robarme los últimos euros
para comprar un billete a Milán.

Te escribo mientras observo
caminar varias palomas europeas
sobre el piso madrileño de la plaza
en que me encuentro.
Tú no me miras, no me miran
los españoles ni la guardia nacional.

Lo único que se me ocurre,
mientras vuelvo a imaginar
esas palabras de despedida
que caían ahogadas por la ventana
del tren, es cantar canciones
de Alejandro Sanz pero como
si fueran canciones de José Alfredo
o de Jorge Negrete.
Mexicano y absurdo como soy,
los kilómetros desatan mi ausente
nacionalismo.

Después de hacer reír a algunas
personas y con varios euros en la bolsa
voy rumbo a una cafetería y sigo
escribiendo este poema.
La señora que atiende el lugar me
dice manito onde andabas, simulando
un tono ranchero que más bien parecía
de chilango con prisa.
Mientras la señora me sirve el pan, el queso y
el vino, vuelvo al interior del tiempo del recuerdo:
amor es amor, amar es amor, palabras que repetías
en Alemania mientras huíamos de la Bundezpolizei
por haber orinado una estatua de Goethe donde
podía leerse en alemán: las despedidas son unas cosa seria.

viernes, 19 de septiembre de 2014

El color de la belleza

Me convertí en el hombre más
adinerado del tercer planeta,
comencé a recolectar objetos
extraños de toda la galaxia.

En un arrebato diurno
me convencí de ser el
mejor poeta humano
sobre la Vía Láctea.

Celebré más de mil
noches, en cada una
de ellas cada gusano
hominido declamó
mis mejores composiciones...

Todo sucedía en calma
hasta que Sophía Loren 
atravesó la puerta
y mis ojos demostraron
su miserable estirpe:
frente a mí, frente a mi alma
millonaria y vacía se deslizaban
innumerables fotogramas
con Sophía a blanco y negro,
¿cuándo una mujer sobrepasa el color de la belleza?

Tomé su mano y la froté con el
billete más de grande de la mejor
economía occidental, le dije: Sophia,
última luz de Roma, mi Sophia,
déjame hacer un museo para guardar
todas tus caricias y tus desdenes,
pero que sea en Polanco, me respondió, 
en un italiano que me encantaría no
tener que traducir.

viernes, 12 de septiembre de 2014

El temor de los enfermos

Me piden escribir un poema
pero mejor me pongo a ver
Youtube.

En Youtube incluso puedes
encontrar las sombrías palabras
de Juan Rulfo diciendo que
la humanidad es mala como
las aguas locas adulteradas

Escucho a Rulfo y de inmediato
aparecen recomendaciones
encabezadas por una imagen
de Borges ciego y frágil.

Es una lástima que todas
esas personas muertas que
nunca conocieron Youtube
no puedan compartir
su lista de videos conmigo

Será una vergüenza, cuando
los años pasen y los humanos
futuros observen cómo
perdíamos el tiempo
repitiendo canciones del Komander

Cuando comienzo a tener
de verdad ganas de escribir
aparece una recomendación
con un gato tocando el teclado
y entonces pienso que tal vez
el Youtube nos está volviendo
más idiotas; corro al baño a orinar
pero no dejo de pensar en un gato
que sonríe y toca el piano.

¿De qué manera convencer con un poema
cuando hay gatos callejeros que ya
pueden tocar pequeñas sonatas
que alivian el temor de los enfermos?

jueves, 11 de septiembre de 2014

Una oración simple

Alguien soltó demasiada tristeza este septiembre.
Me doy cuenta mientras leo las listas de libros
que ahora todo mundo publica en Facebook

Libros enumerados
sensaciones pasajeras

Escribir desde el trabajo,
quiero escapar aunque paguen

Mucha tristeza en septiembre
y no deja de llover

Me pregunto en silencio
cosas que la lluvia no borra.

Quiero pensar en todos lo que quiero
y están lejos de mí pero sin ponerme triste.
Una oración simple como las de las clases
de español de la Sección 22.
Quizá es imposible.






Golpes imaginarios

Despierto en la madrugada después de soñar
que enfrento a George Foreman en una
pelea a 15 asaltos donde todo luce como en
los sesentas menos yo.

Desilusionado despierto porque en el sueño
todos sabían que yo no pertenecía a esa época.

El dolor de un golpe imaginario
es el dolor de la desilusión.