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domingo, 23 de noviembre de 2008

surf


El camino era largo y aun quedaba mucho hash, a Alejandra le gustaba fumarlo en mi pipa con un poco de tabaco sabor vainilla mientras yo manejaba un camino lleno de curvas rumbo a una playa diferente.
¿quieres un poco?- dijo, y fumé largo haciendo malabares con el volante, el fuego y la pipa.
Alejandra pone Surf on a Rocket y mientras manejo le toco las piernas, ella canta: surfing on a rocket, don’t, please take mi hand, don´t let me down y yo ya hurgo bajo su falda, ella no me mira, sólo canta, saca la cabeza por la ventanilla mientras yo giro el auto en una curva cerrada. Creo que todo cabe en este momento, me olvido por un momento del calibre de mis traumas, del martillo de las armas que he usado, del nombre de mi madre. Me olvido de Alejandra mientras toco su vagina con pocos bellos y eso sucede porque una vagina será eso, sólo eso, un alcatraz de carne sin nombre y rostro.

Cuando regreso a la curva me doy cuenta que el humo ya está jugando conmigo, ensimismado en el vano encuentro de mis ideas olvido que Alejandra vomita, grita y berrea, no quiere que me detenga: ¡Acelera, rómpeme! La escucho gritar y me siento contento viendo el espectáculo de mi barbie drogada.

1 comentario:

ale valades dijo...

esas curvas eternas y permanentes que se tatúan en mi cuerpo...

PD.- ¿crees que eso sea lo más conveniente? jaja