Buscar este blog

martes, 2 de diciembre de 2008

Princes don`t cook

Me acepto como lo irreductible, como lo primero
Alejandra y yo caminábamos por las calles de la casa y de pronto me preguntó, por qué la gente se mata, yo respondí que por aburrimiento y seguimos vagando por las calles coloridas de la colonia, sus manos tomaban las mías, entrelazadas, parsimoniosas.
El tiempo avanzó, pronto, en silencio y Alejandra comenzó a cocinar, mientras yo escribía correos para responder sobre precios y pagos.
Mientras escribira comencé a escuchar gritos de la cocina fui corriendo y al entrar vi mi refrigerador con una calcomanía con la leyenda: Princes don`t cook.
Alejandra gritaba porque en el pequeño televisor del baño la imagen de un niño deforme aparecía cantando, detrás de él un fondo morado y amarillo cantando una canción idiota.
Qué tienes le dije y me dijo pobres niños, la entendí pero me dio asco ver a un niño con implantes roboticos luchando por decir una vocal sin sonar a un imbecil. No pude decir nada. Abracé a Alejandra y le apreté una nalga, le dije que sus juegos tontos de ama de casa podían acabar en ese instante si me besaba, pero me apartó, tomó el gran tenedor de madera y señalándome con él sentenció: soy una princesa y he aprendido a cocinar.

No hay comentarios: