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jueves, 4 de junio de 2009

pol aun no llega

Pol despierta entre cuerpos desnudos. Fatigado, su primera idea tiene nombre. El aire aun denso del cuarto le recuerda vaginas, cigarros, alcohol y gritos.
Piensa en esperar, la cabeza aun le da vueltas y hay dos piernas ajenas sobre su cuerpo. La ciudad huele a resaca y bocas secas.

Cuando Alejandra por fin llega a casa todo es orden y frío, parada en la entrada observa todo con detenimiento. No está triste. Pero no le convencen las paredes, no le agrada la cocina; la puerta de su cuarto con orificios de bala le parece ofensiva, que mamona.
En su cuarto, mientras se desnuda, el sonido de las prendas sobre su cuerpo inunda las paredes, con calma, la tarde envuelve el mundo. Pol aun no llega.
Se percata que piensa en Pol sin pensar hacerlo, toda su ropa interior se la había comprado él mientras jugaban a cumplir deseos idiotas. Le preguntó qué deseaba de regalo, ella, recordó su casa de muñecas y lo divertido que resultaba intercambiarles las pantaletas. Pidió entonces muchos calzones.
Aquella compra había resultado un viaje maravilloso a un centro comercial. Las pantaletas habían logrado una buena tarde: Mientras Pol la veía modelar los encajes no recordaba nada, la memoria aun no comenzaba su trabajo, todo era nuevo y reluciente.

Ahí en el cuarto, viendo el cesto lleno de bragas quiso quemarlas todas. ¿Por qué será el fuego el que termine con todo?

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