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sábado, 1 de septiembre de 2012

La maravilla del silencio



El silencio tiene habilidades que de primer contacto parecieran inexistentes, el silencio objeta esa cualidad de comunicación que ocupamos con menor frecuencia. El quince de septiembre volveremos al silencio: Sergio Gabriel Maravilla Martínez Vs Julio Cesar Chávez Carrasco, por el cetro universal del Consejo Mundial de Boxeo, en el coliseo posmo del boxeo: Las Vegas.
Ese día en el Thomas & Mack center, todo lo dicho caerá bajo el peso absoluto del silencio de un par de puños frente a otros, quedará atrás un año entero de provocaciones entre ambos peleadores.
Aunque el negocio del boxeo tiene formas mezquinas, en cuanto dos hombres se encierran en un cuadrilátero por treinta y seis minutos nos recuerdan esa comunicación efectiva que posee el cuerpo humano para demostrarse, para afirmarse. El boxeo, como muchos otros deportes, no es sólo la repetición innumerable de movimientos para su posterior ejecución perfecta; sin embargo su diferencia radica en que la materia que recibe el efecto de tal perfección de movimientos es otro atleta, similar en condiciones de peso y movilidad. Es la carne la que responde a ese leguaje mudo que los boxeadores usan para convencer.
Es probable que Chávez y Martínez nunca mantuvieran comunicación o hablaran sobre sus protectores bucales, o su marca favorita de vendajes. Lo cierto es que ese sábado por la noche de un templado día norteamericano, en la semidesnudes de su apariencia, ambos luchadores saldrán decididos a convencerse el uno al otro con palabras que nunca escucharemos sino en el resplandor de un guante cruzando la cara. 

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