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martes, 14 de agosto de 2012

Escopo


En el lugar me exponían a mí.
Cada sala del Museo de Arte Contemporáneo
me contenía en una extraña disposición:
la sala principal mostraba toda la basura que había usado en mi vida,
los artistas que curaban la expo habían realizado un doble con
órganos internos y con el tripe de mi peso y altura sólo
con el papel que usaron para limpiar mi mierda.
Una sala que me llamó mucho fue la de "promiscuidad intangible",
una sórdida habitación con todas mis mentiras repitiéndose
proyectadas en espejos que lograban la superposición de las
imágenes en las paredes blancas.
En otra de las bóvedas del museo se exhibía mi boca a una escala
agigantada para descubrir en mis caries la forma enigmática
de un cocodrilo o un ortóptero. 
Mis entrañas fueron regadas en el patio central. Esto no lo entendí muy bien.
Lo que resultaba más extraño era observar el rostro de quienes asistían a
la exposición: llenos de incredulidad observaban cada una de las parte
de mi cuerpo exhibido sin ningún pudor o recelo.
Cuando yo fui a la exposición la gente no me reconoció, a pesar
de observarme ahí frente a los videos que me mostraban grotesco y desfigurado,
así que me acerque a un visitante en la sala donde mostraban
mis traumas y todo era simbólico y tétrico. Disculpe, ¿cree usted que me parezco
al hombre que sufre en los videos? El hombre me observo con los ojos
sin parpadear para no soltar lágrimas. En dado caso usted debería ser yo
que soy al que exponen en esta farsa.


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